31 de jul. 2008

Termitas africanas en Fruela, s/n

Voy a comentar los diversos párrafos intercalando mis comentarios en el texto original y remarcando aquellos párrafos que considere fundamental de este artículo de Xia Xosé Sánchez Vicente, presidente del PAS.
Termitas africanas en Fruela, s/n
XUAN XOSÉ SANCHEZ VICENTE
PSOE y PP se han puesto de acuerdo para una nueva redacción del artículo cuarto del Estatuto de autonomía, el referido a la lengua asturiana. Dicha redacción empeora notablemente la situación actual y es todo un proyecto de demolición. Veámoslo: El primer párrafo del texto declara el asturiano, en sus diversas variantes locales, «patrimonio lingüístico del Principado de Asturias» y «un valor social de respeto». La proclama en sí no tiene significado ni valor jurídico alguno. Por lo mismo, se lo podía haber calificado de «xilguerín parleru» u otra cualquiera vacua pomposidad o nadería.
A primera vista, pues, parecería que estamos únicamente ante un trampantojo para engañar incautos o ignorantes, pero la cuestión es más grave. Efectivamente, el sintagma «patrimonio lingüístico» y la palabra «respeto» no caen de los cielos, provienen directamente del artículo 3 de la Constitución, que en el 3.1. confirma el castellano como lengua oficial del Estado, en el 3.2. la oficialidad de las demás lenguas españolas en sus comunidades autónomas, de acuerdo con sus estatutos, y en el 3.3. dice: «La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.». Sobre lo que significa este apartado existen dos interpretaciones. Una, absolutamente minoritaria -únicamente la he oído en Cataluña-, sostiene que el texto es meramente redundante con el 3.2. La mayoritaria, y desde luego unánime en Asturies y entre los desafectos con el asturiano, realiza una interpretación sistemática del artículo tercero y, entiende, por ello, que el 3.3. está para atender la tutela de lo que no son ni el castellano ni las demás lenguas. De ese modo, la expresión de «patrimonio lingüístico» vendría a ofrecer una especie de amparo para aquello que no son lenguas, sino otra cosa: dialectos, jergas, «patois», etcétera (de ahí la insistencia del nuevo texto estatutario en las variantes locales).
Creo que el término lengua asturiana abarca a toda la lengua asturiana en cada una de sus variantes dialectales y no es necesario especificarlo.
Como sé que estos muchachos del PSOE y del PP son listísimos (tengo tan poca duda del grado excelso de esa virtud suya como la tengo de su escaso aprecio por todo lo asturiano) es seguro que la redacción del texto es algo muy estudiado y maliciosamente consciente. Cotejemos. El texto inicial del Estatuto salió de Asturias en su artículo cuarto (que se debió a mi propuesta e impulso cuando yo era diputado por el PSOE) de esta manera: «El bable, como lengua específica de Asturias, gozará de protección. Se promoverá su uso, su difusión en los medios de comunicación y su enseñanza, respetando, en todo caso, las variantes locales y voluntariedad en su aprendizaje». No observen sólo que la propuesta actual de PSOE y PP no llega a aquella que en su día salió del Parlamento asturiano (con los votos del PSOE). Fíjense, sobre todo, en que la expresión «como lengua específica de Asturias» desapareció en Madrid en el trámite en las Cortes, por acuerdo entre el PSOE y la derecha.
El Estado español tiene un serio problema de identidad y verdadero miedo a reconocer que existen otras lenguas. Eso debería hacerles plantearse en poner remedio a sus problemas mentales y dejarse de fastidiar a los demás. Pueden tener la fuerza para suprimir del texto el reconocimiento del bable como lengua propia pero no tienen derecho a hacerlo y mucho menos la razón para hacerlo.
Porque ahí, en la terminología -«lengua» frente a «modalidades»-, y en una determinada interpretación del 3.3. está todo el meollo del asunto. Durante las negociaciones con el Gobierno de Marqués en la legislatura 1995-1999, el partido al que pertenezco, el PAS, impulsó la ley de Uso y Promoción del Asturiano, una versión más elemental de la cual un Gobierno de Pedro de Silva no había conseguido llevar adelante por la oposición de su propio partido, el PSOE, y del PP. Pues bien, en esa ley, que se tramitó con la frontal oposición de los socialistas y la reticencia obstaculizadora de una buena parte del PP, introdujimos el término «lengua tradicional de Asturies» para la doble denominación de bable/asturiano, como una forma de salvar reticencias y buscar un encaje político y jurídico imposible de alcanzar más que de ese modo. Pues bien, la propuesta del PSOE y PP elimina de hecho para el asturiano el status de lengua objetivado en el citado sintagma, y vuelve a remitir al 3.3. y su interpretación como tutela de rango ínfimo para lo que podríamos llamar «curiosidades y pintoresquismos lingüísticos» («peculiaridades lingüísticas» decía el texto inicial del actual Estatuto, antes de recibir el impulso de mi modificación). De ese modo, PSOE y PP vuelven a su histórica postura visceralmente reaccionaria con respecto a la lengua asturiana, y el PP, de paso, borra la mancha de aquel trágala que se vio obligado a digerir (y hasta es posible que, retrospectivamente, ajuste cuentas emocionales con el señor Marqués).
Del PP no podíamos esperar menos, para ellos la existencia de otras lenguas en España aparte del castellano es un fracaso monumental de una política de siglos llevada a cabo por gobernantes españolistas que pretendían hacer una España monolingüe y castellana. Al fin y al cabo el PP lo fundó un ministro franquista llamado Fraga. No es de extrañar que entorpezcan cualquier reconocimiento de otras lenguas, sería para ellos reconocer el fracaso de su obra genocida. El PSOE es un partido democrático pero su vena españolista más rancia aparece y en temas como el del uso de las otras lenguas tienen un comportamiento similar al del PP. Bono ya advirtió que no permitiría el uso de ninguna lengua que no sea el castellano. Ibarra, ex-presidente de Extremadura podría militar en el PP más rancio y españolista a la vista de sus opiniones en temas autonómicos. Si se hubieran aplicado sus ideas sobre la organización territorial de España el señor Ibarra no habría llegado a ser presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura. ¿Tan difícil es para PSOE y PP reconocer la oficialidad de las otras lenguas?.
Pero la cuestión es más grave todavía, y va aún más allá en su intención. Efectivamente, el punto tercero de la propuesta de las hordas retrógradas establece que las leyes futuras sobre el asturiano requerirán una mayoría de dos tercios de los diputados «en una votación final sobre el conjunto del texto».
Se trata de una imposición injusta, el problema es que además incluso cumpliendo ese requisito de 2/3 no hay garantías de que especialmente el PP acate el resultado. 2/3 es el requisito para la aprobación de textos de la importancia de un Estatuto de Autonomía en Catalunya. El Estatut de Catalunya fue aprobado en el Parlament por el 88% de los diputados. Solo el PP votó en contra del texto final. Y no acataron el resultado tratando de impedir que llegara a las Cortes españolas. Allí fue recortado y aprobado el texto final por todos los partidos, excepto el PP que se opuso y que durante la negociación se dedicó a hacer una labor obstruccionista. El resultado superó el 60% a favor del Estatut recortado. El Partido Popular no acató el resultado. La consulta a los ciudadanos catalanes dio un resultado del 74,9% y el PP no acató el resultado. Ahora está recurrido en el Tribunal Constitucional. El PP intentó recusar a miembros de este Tribunal de modo que quedara una mayoría partidaria de las tesis del PP. Por tanto, la imposición de los 2/3 es una excusa ya que si la votación no es favorable al PP ya buscaran la manera de tumbar la propuesta sea por el método que sea.
Dos partidos que nunca quisieron saber nada con el asturiano y que acaban de dar un tan importante paso hacia atrás en la tutela de los derechos lingüísticos de los ciudadanos, ¿lo hacen para mejorar su situación en el futuro? De ninguna manera. Lo que urden ambos partidos, con complicidad plena, es blindarse mutuamente contra las presiones que fuerzas minoritarias pudieran realizar sobre una u otra formación política centralista, que fue el modo como se pudo, después de casi dos décadas, sacar adelante la ley de Uso. Así de claro. Así de grave. Ni yo ni mi partido hemos esperado nunca que la cooficialidad pudiera venir de la mano de dos fuerzas políticas tan reaccionarias tan centralistas y vendepatrias en esta y en algunas otras materias.
Desgraciadamente todos los pueblos tienen a sus traidores y renegados, gente que sirve a amos ajenos y que no dudan en oponerse a las propias tradiciones culturales de su propia gente. Muchas veces son estas ratas miserables las responsables de hacer daño a la propia tierra ya que en su afán por significarse ante sus amos van más allá de éstos. Roma no paga traidores pero a veces los traidores acaban pagando por su traición.
Así lo hemos manifestado siempre de forma reiterada, en esta legislatura y en las anteriores. Incluso lo habíamos proclamado con claridad a los sectores sociales asturianistas cuando negociamos la ley de Uso: «Esto es cuanto ahora y en el futuro podemos conseguir (naturalmente, cualquier persona inteligente debería haber entendido: mientras los asturianos sigan votando lo que votan), aprovechémoslo».
Durante el franquismo se intentó adiestrar en el autoodio a los ciudadanos de Catalunya, Euskadi y otras tierras. Se les intentaba convencer que ese dialecto - durante el franquismo el término dialecto servía para denostar a lenguas perfectamente reconocidas como tal - no merecía ser conservado. En Catalunya esa política fracasó aunque algún convencido quedó que renegaba y despreciaba su cultura, pero eran una minoría de renegados e inadaptados sin ninguna fuerza real en Catalunya aunque en la prensa española parece que sean millones. Parece ser que este adoctrinamiento en el autoodio resultó exitoso en Asturias. Solo los asturianos pueden y deben defender su lengua, si esperan que el Estado español lo haga la lengua asturiana desaparecerá. Desde luego pueden hacer frente común con quienes defienden el reconocimiento de las lenguas catalana, vasca, gallega y aragonesa. Ese frente común pone los pelos de punta a los más rancios españolistas pero es el único camino.
Sólo puedo creer que la cooficialidad era posible en la actual representación popular quien quiso engañarse a sí mismo, por interés, por cobardía o por no querer enfrentarse con sus propias contradicciones. Pero, en verdad, nunca hubiésemos supuesto que se atreviesen a dar un paso atrás de una magnitud semejante ni con tanto descaro. PSOE y PP se comportan como lo que son en Asturies: al modo de esas termitas africanas que levantan edificaciones cada vez más altas para ellas, magníficas sin duda y bien provistas en su interior, pero a cuyo alrededor, para los demás, no dejan sino arrasamiento y ruina. Y el PSOE, encima, ya saben, alardea de ser el campeón de los derechos y las libertades.
El PP actúa como heredero ideológico del franquismo con el único propósito de seguir la obra de ese régimen, la de la España monolítica y monolingüe. En el PSOE, unos por convencimiento y otros por cobardía, se limitan a apoyar al PP, y a veces a mostrarse más españolista que el PP.
Xuan Xosé Sánchez Vicente, presidente del PAS