13 de maig 2008

Catástrofes

Ahora no hay más desastres que antes, probablemente sean los mismos, pero ahora nos enteramos hasta del desastre en el lugar más apartado del mundo. Antes podían morir 1 millón en China y no nos habríamos enterado nunca, ahora matan a una sola persona en el poblado más alejado de nosotros y nos enteramos de los detalles más escabrosos del tema.
Nos enteramos de la tragedia de Myanmar y sabemos que el régimen de aquel país no solo no acepta que equipos de rescate y de reparto de la ayuda humanitaria entren, también impide la entrada de la prensa. La Junta Militar disimula las cifras de muertos. Hablan de menos de 30.000 personas pero la ONU estima las cifras en 220.000 muertos.
China ha sufrido un terremoto de 7,8 grados que ha causado oficialmente unas 9000 víctimas aunque nuevamente las estimaciones exteriores creen que podrían ser muchas más. A pocos meses del inicio de los JJOO este terremoto resulta un motivo de preocupación.
Las desgracias afectan a los países de manera desigual. En los países pobres acostumbran a causar gran cantidad de muertes y las carencias propias de esos países agravan aún más los efectos de terremotos, tsunamis y otras catástrofes. Un ejemplo que debería ser seguido al pie de la letra es el de Japón. Sus ciudadanos saben en todo momento lo que deben hacer y los servicios de emergencia están preparados. Generalmente los terremotos en Japón causan pocas víctimas y los daños materiales son reparados con eficiencia nipona. Los edificios se construyen pensando en la actividad sísmica que con cierta periodicidad sacude el archipiélago japonés. Sorprende ver como cuando se produce un terremoto desde los más pequeños a los mayores saben lo que tienen que hacer y la tranquilidad con la que lo hacen.