15 de maig 2008

Army troglodytes in Spain / Trogloditas en el Ejército español (The New York Times)

Army Troglodytes in Spain
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Published: January 24, 2006
It is a basic principle of democracy that army officers do not publicly challenge the legitimacy of elected governments or talk about marching their troops into the capital to overturn decisions of Parliament. Yet that is just what has happened twice this month in Spain, a country whose 20th-century history compels it to take such threats seriously, even when the chances of insubordinate words' leading to insubordinate actions seems quite unlikely. The response of the center-left government of Prime Minister José Luis Rodríguez Zapatero has been appropriately firm, including the dismissal and arrest of one of the culprits, a senior army general. Regrettably, the center-right Popular Party, the main opposition group, seems more interested in making excuses for the officers than in defending the democratic order in which it has a vital stake.
Spain's swift and smooth passage to modern democracy after the death of Francisco Franco in 1975 makes it easy to forget the horrors of the civil war and the brutal dictatorship that preceded it. Those nightmares began when right-wing army officers rebelled against an elected left-wing government they considered to be illegitimate and too deferential to regional separatists.
Spanish society, Spanish politicians and, for the most part, Spanish military officers have come a long way from that era, moderating their views and deepening their commitment to democratic give-and-take. But the Popular Party has had a hard time getting over its electoral defeat nearly two years ago, days after the terrorist bombings of commuter trains in Madrid. It has never really accepted the democratic legitimacy of that vote. It is time for the Popular Party to move ahead. Spanish democracy needs and deserves vigorous bipartisan support.


Trogloditas en el Ejército español
Editorial publicado por 'The New york times' el 24 de enero de 2006
THE NEW YORK TIMES 24/01/2006
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“Es un principio básico de la democracia que los oficiales del Ejército no desafíen públicamente la legitimidad de los gobiernos electos ni hablen de marchar con sus tropas sobre la capital para invertir decisiones del Parlamento. Esto acaba de ocurrir por dos veces en España, un país cuya historia del siglo XX obliga a tomar estas amenazas seriamente, incluso cuando parecen escasas las posibilidades de un discurso insubordinado que llama a la insubordinación.
“La respuesta del Gobierno de centro-izquierda del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero ha sido adecuadamente firme, incluyendo el relevo y el arresto de uno de los culpables, un veterano general del Ejército. Lamentablemente, el Partido Popular, de centro-derecha, principal grupo de la oposición, parece más interesado en excusar a los militares que en defender el orden democrático en el que tiene un interés vital.

“El tránsito veloz y suave de España a la democracia moderna después de la muerte de Francisco Franco en 1975 hace fácilmente olvidar los horrores de la Guerra Civil y la brutal dictadura que la precedieron. Aquella pesadilla comenzó cuando militares derechistas se rebelaron contra un Gobierno electo de izquierdas que ellos consideraban ilegítimo y demasiado amable con los separatistas regionales.
“La sociedad española, los políticos españoles y, en su mayoría, los militares españoles han recorrido un largo camino desde esa época, moderando sus puntos de vista y profundizando su compromiso con el toma y daca democrático. Pero el Partido Popular ha tenido mucho tiempo para recuperarse de su derrota electoral de hace dos años, días después de los atentados terroristas contra los trenes de cercanías en Madrid. Nunca ha aceptado la legitimidad democrática de esa votación. Es hora de que el Partido Popular avance. La democracia española necesita y merece un apoyo rotundo de ambos bandos.”

Algunos pueden restar las palabras claramente golpistas de este militar pero la con el historial que tiene el ejército español esas palabras no son para tomarlas a broma. Aún lo es menos que el principal partido de la oposición las justifique, el mismo partido que no solo no ha condenado el franquismo sino que ha montado en cólera cuando se empezó a discutir la Ley de Memoria Histórica y el mismo partido que no ha dudado en justificar el golpe que llevaron a cabo los militares españoles. Se pueden contabilizar alrededor de 26 pronunciamientos a lo largo de los últimos 2 siglos. La mayoría, eso es cierto, no iban más allá de los desvaríos alcohólicos de algún sargento salvapatrias que decidía que él iba a salvar España. Pero en otros casos hablamos de hechos de suma gravedad. Sin meterme muy a fondo en el siglo XX Primo de Rivera, Sanjurjo, Franco y Tejero fueron responsables de pronunciamientos. A Franco le sufrimos casi 40 años y Tejero aunque fracasó estuvo a punto de acabar con la incipiente democracia. Y de eso no hace tanto tiempo. Las palabras de Mena no son ninguna broma viniendo de quien viene. No puede ser que el líder de la oposición trate de justificarlas.